Esta tarde he cogido el autobús 3 para ir a Ronda Norte, a la Escuela de Idiomas, a recoger un certificado. Una vez sentada, veo que sube un hombre mayor y se coloca de manera contigua a mí. Me he dado cuenta de que no paraba de mirarme a través de sus gafas de sol. Lejos de sentirme incómoda, le he devuelto sus miradas, hasta que el señor me ha preguntado: "¿Dirías que tengo noventa y tres años?". Me he quedado de piedra, porque el hombre estaba estupendo y se le veía con buena salud. Entonces me ha contado que tiene en su casa una Virgen a la que le consulta todo y ella le responde. No vayan a creer que le habla en el sentido estricto, sino que le responde sí o no a través de unos papeles con estas palabras escritas en ellos. Lo que más me ha sorprendido es que hoy le había preguntado si iba a morir en el 2009 y la Virgen le ha dicho que sí. Y él estaba feliz, porque lleva treinta y tres años jubilado, ha enterrado a dos mujeres, tiene un solo hijo que vive en Los Alcázares y al que apenas ve. Está cansado de la vida a pesar de encontrarse bien físicamente. Sus palabras textuales han sido: "Estoy amargado. He padecido mucho en esta vida: la guerra, enterrar a dos mujeres... Ahora lo que hago es subirme de un autobús en otro y pasearme". Para más información me ha dado su nombre: Antonio Fernández Herrero, antiguo empleado de correos. Esto ha sido por si oigo que alguien llamado así se ha muerto antes de que termine el año. Qué cosas.